viernes, 4 de junio de 2021

'First Utterance' de Comus (1971)


La palabra que podría describir a este álbum en su totalidad es paradoja. Un hombre-monstruo, muy tipo Saturno devorando a sus hijos -pero sin los hijos-, retorciéndose en la portada, hecho a pluma, es lo que nos encontramos a primera vista, con el título First Utterance. El contenido del álbum es una lucha de estetismo y elementos que distan mucho de ser estéticos. Son contradicciones que al final nos da un producto que no se contradice en lo absoluto, mas nos presenta un argumento estéticamente bizarro en su perfección. 

No podría agradecerme más a mí misma de haberme dado la oportunidad de escuchar tan, pero tan bizarro álbum. La primera y rápida oída que le eché resultó apagarme un poco. Pero hace unos días me senté y le di play al álbum entero en Youtube. Lo he tenido en repeat mínimo tres veces al día, desde hace casi una semana. Comus apareció primero como recomendación en mi red social de vinilos, en una cuenta de otro coleccionista obsesivo y compulsivo, así como su servidora. Y otra vez apareció mencionado en los álbumes más atesorados de mi idolatrado Mikael Åkerfeldt. Ahí fue una señal de que era un deber echarle una segunda oída.

Y es que uno, lo que se imagina con folk de los setentas, es flores, amor, paz y hippies. Pero First Utterance es la antítesis de eso. Violación, asesinatos, rituales y locura es con lo que se nos presenta este álbum, tanto en el aspecto lírico como en el aura que crean con su música. Sonidos paganos y celtas, un poco nórdicos en momentos.
En honor al dios griego de las fiestas, hijo de Dionisio, Comus, un dios con similitudes a Pan, pues tenía patas de cabra y tendencia a lo carnal, Comus era el representante de los excesos, siempre ebrio y siempre en un festín. Y todo esto va muy bien con el sonido del grupo, ya que evoca imágenes de nereidas en un lago dentro del bosque, comiendo bayas, así como evoca imágenes de un manicomio, de un bosque alemán, de un cuento de Angela Carter, sanguinario. También basaron su nombre en el libro de John Milton Comus.

Comus es una banda inglesa de 1970, con un sonido folk progresivo, un poco de rock y mucho de horror music. Totalmente sumergidos en lo experimental, con violines, maracas, flauta, guitarras acústicas. Fue formado inicialmente por dos estudiantes de arte, Roger Wooton (vocales y guitarras) y Glenn Goring (guitarras), para luego volverse una banda de seis integrantes, uniéndoseles a ellos Bobbie Watson (vocales y percusiones), Andy Hellaby (bajo), Rob Young (flauta, oboe) y Collin Pearson (violín y viola).
Nunca tuvieron muchísimo éxito mas en los grupos de arqueólogos locos como Mikael y esa clase de coleccionistas. Se separaron en los setentas, después de sacar su segundo LP, To keep from Crying, el cual no tuvo tan buenas críticas como First Utterance. En 2008 se reunieron, y hasta la fecha siguen dando conciertos por aquí y por allá, y sacaron su tercer LP en 2012.


Diana, la locura visceral con la que comienza esta joya, trata sobre un asalto sexual, lo cual no sólo es brutal -en el aspecto lírico-, sino que también la pieza musical está tan descabellada que completamente le hacen honor a que están narrando un episodio así de cínico. Wooton cambia constantemente de vocales, pareciendo un cantante de música sureña en momentos, para después hacer voz de un pervertido ultra perverso. Y va en contraste con la voz de Watson, una belleza mística. Luego, para invocarnos imágenes de faunos, pinturas de John W. Waterhouse, de Bernard Dicksee, de Rossetti, aparece The Herald. Una canción que hechiza por su belleza, que te llama a la hoguera con su temática de rituales paganos. Otra vez cabe destacar la voz de Bobbie Watson. Luego llega, mi preferida, Drip Drip. Otra canción bizarrísima. Hay un breakdown en la primer fracción de la canción que es bellísimo, de lo más icónico en el progresivo que jamás haya escuchado. Song To Comus, bellísima canción con aura pagana, guitarras acústicas volviéndose locas, con sobrecarga de bajo. Resaltan las percusiones tribales de una manera magistral. Resulta ser otra canción sobre un asalto sexual, pero ahora con temática mitológica, de cuento de hadas macabro. Os digo, parece que Angela Carter escribió estas canciones. The Bite, una canción de corte más enérgico, más folk tradicional y, de momentos, menos bizarra que el resto, va de matar cristianos. Casi toda la canción va acompañada de la flauta de Rob Young, para continuar con Bitten, una pieza instrumental, donde la viola y el violín son los protagonistas. Es una canción con aura tenebrosa y melancólica. Y el cierre del disco llega con The Prisoner, con líricas crítica a las terapias de electro-shock, más violencia y abuso, vocales y ritmos salidos de un manicomio, como un increíble remate para un álbum tan único y espeluznante.

 

Hay pasajes del álbum que me recuerdan a Black Oak Arkansas, tanto por la voz nasal de Wooton como por los fragmentos que parecen improvisados, con gritos por aquí y por allá -escúchese el puente de Drip Drip-.
Como escribió el buen Alsophocus en su blog, y que no puedo olvidar mencionar, el magnífico y macabro arte de portada hecha por Wooton tiene un aire similar a Christian Vander de Magma, lo cual me pareció comiquísimo. 


1. Diana
2. The Herald
3. Drip Drip
4. Song To Comus
 5. The Bite 
6. Bitten 
7. The Prisoner

First Utterance es un disco siniestro, lleno de psicodelia oscura, una joya esotérica y excéntrica que, si pueden conseguir en vinilo, sería una maravilla para su colección. Yo ya tengo mi copia en mi pequeña y amada colección. He leído muchas reseñas sobre este álbum, y como todos dicen y yo corroboro, este álbum no es recomendable, es obligatorio.

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